domingo, 15 de mayo de 2011

movilizaciones

 

A lo largo de esta semana en los Centros de la ONCE en Madrid, se están
protagonizando protestas contra la Dirección de la ONCE que vienen a poner
de relieve que esta Entidad con desidia y dejación del Gobierno está
adulterando sus fines, pasando de Entidad social a un mero operador de
juego, despreciando en la realidad a las personas ciegas o con otra
discapacidad.

 

La ONCE traslada la venta de sus productos a estancos, bares y gasolineras y
niega la venta a personas ciegas. Estos días en Madrid puede verse a
personas con ceguera total que exhiben cartel de protesta porque la ONCE les
niega la venta como trabajo y en algún caso les condena a salarios de mierda
con 341 euros al mes, al aplicarles sin que se justifique contratos de media
jornada.

 

La ONCE recibe múltiples beneficios y cuantiosas subvenciones, mientras se
desprende de sus Centros y sus trabajadores. El Gobierno le reconoce a la
ONCE subvenciones para paliar sus pérdidas por ventas y su endeudamiento,
pero no ejerce el control de legalidad que legalmente le toca para preservar
que esta Entidad responde de sus fines.

 

La ONCE pide más cupón, más rasca, más juego y se desprende del ciego. En
los últimos años la ONCE ha aumentando brutalmente su cartera de productos
de juego con autorización del Gobierno y en paralelo ha abandonado, con
autorización del Consejo de Ministros (25 de septiembre de 2009), uno de sus
principios fundacionales y lo que es más significativo, su imagen clásica:
quien portaba y vendía productos de la ONCE tenía que acreditar que padecía
una discapacidad.

 

La ONCE condena a la miseria a las personas ciegas y pretende que se estén
quietas. Los Estatutos de la ONCE establecen la venta como instrumento de
empleo y se lo otorgan como derecho a las personas ciegas. La Dirección
excluye de la venta a personas que tendrían derecho a ella, alegando falta
de rentabilidad o cuestiones como que padecen patologías asociadas a la
ceguera y a la par se comporta con ellas como los "maltratadores",
convenciéndoles de que no denuncien, ni protesten, porque algún día se
acordará de ellas.

 

La ONCE desprecia los principios de igualdad y el Gobierno no ejerce su
control de legalidad. En esta Entidad se manejan recursos públicos, bien por
las concesiones de juego que se le otorgan, bien por las subvenciones que se
recibe, y sin embargo, se administra y gobierna como si fuera el "cortijo
del señorito": unos vendedores venden en calle otros en quiosco, según la
decisión caprichosa del jefe de turno; un personal promociona y otro se
queda en el puesto que entró hasta su jubilación, porque así lo decide su
superior; los directivos y mandos intermedios no lo son por su
profesionalidad y valía, lo son por su afinidad al régimen y porque no "las
pían". El Gobierno elude pronunciarse sobre denuncias de esta naturaleza,
alegando que a todos los efectos la ONCE en su funcionamiento puede
comportarse como una empresa estrictamente privada.

 

Al gobierno y políticos decimos: no ayudáis más a la ONCE escuchando sólo a
sus jefes y atendiendo sólo sus peticiones, la mejor ayuda y solidaridad es
que ejerzáis el control de legalidad.

 

 

Las gentes de la ONCE a la ciudadanía pedimos:

 

*       Tu solidaridad para con personas con discapacidad, muéstrala
comprando en puntos y quioscos ONCE.

*       Míranos por nuestra actitud y papel social, no por el escaparate y
la publicidad.

*       Si conoces a una persona ciega o con otra discapacidad, no partas de
la premisa de que si en la ONCE está no necesita de más.